
En un mundo cada vez más conectado pero a menudo desconectado de nuestras propias emociones, es fundamental recordar el poder transformador de sentir. Desde lo más profundo de nuestro ser, el campo eléctrico de nuestros pensamientos se une con el pulso del corazón, creando una sinfonía de sensaciones que nos conecta con la totalidad del universo.
En cada experiencia, somos la totalidad. Desde las emociones que nos achican hasta aquellas que nos elevan, cada una de ellas tiene el potencial de transformar nuestra percepción y nuestra realidad. Explorar esta conjunción nos permite elevar nuestros pensamientos y expandir nuestra comprensión de nosotros mismos y del mundo que nos rodea.
Nos convertimos en creadores de nuestra propia realidad, magnetizando nuestras experiencias con cada pensamiento y emoción que albergamos. Es un poder que nos invita a habitar el mundo de una manera más consciente, más amorosa y más compasiva, tanto hacia nosotros mismos como hacia los demás.
En este período de cambio y transformación, somos llevados por el espíritu del tiempo hacia un lugar más allá del tiempo lineal. Aunque este proceso pueda resultar desconcertante e incómodo, es una oportunidad única para profundizar en nuestras relaciones, tanto con nosotros mismos como con los demás.
Es hora de dejar atrás los viejos programas que nos limitan y nos impiden amarnos a nosotros mismos plenamente. Reconectemos con nuestra valentía interior y recordemos que, en última instancia, somos amor en su forma más pura y poderosa.